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Todos hemos oído hablar de BIM y sus grandes beneficios en el sector de la ingeniería civil. Algunos lo comparan con el salto del tablero de dibujo al CAD, pero realmente BIM no es solo un modelo 3d.
BIM una gran base de datos gráfica y de información donde podemos controlar el ciclo de vida completo de un proyecto de infraestructuras, desde la gestión de los contratos, pasando por la ingeniería básica y de detalle, la planificación y ejecución de la construcción para luego facilitar y optimizar su operación y mantenimiento.
Actualmente el mundo vive una revolución digital, con grandes avances tecnológicos en casi todos los sectores, hemos visto como nuestra innovación puede crear, coches autónomos, máquinas que trabajan solas, IA, ciudades que aspiran a ser inteligentes, entre otros; debido a todos estos cambios las ciudades afrontan cambios constantes para dar cabida a las mejoras.
Esta revolución tecnológica y transformación digital a nivel global afecta a todos los sectores de la Industria y al sector AEC, uno de los más influyentes a nivel mundial. Sin embargo, en este sector se disponen de ventanas muy ajustadas no sólo en cuanto a plazos, sino también en relación a los presupuestos.
Todos somos conocedores de los retrasos en obra, muchos de ellos a veces incontrolables y que se escapan a nuestra gestión por más que se pongan medios. Se estima que más del 90% de las obras no se realizan en plazo estimado inicialmente. Los proyectos, habitualmente se empiezan a ejecutar asumiendo que no se van a cumplir los plazos.
Además, en múltiples ocasiones la manera de construir hoy día genera grandes incoherencias entre el diseño y la construcción por lo que no tenemos una seguridad o garantía sobre la realidad de nuestro proyecto. Todo ello genera unos sobrecostes de material de hasta un 35% en todos los proyectos de construcción, según algunos estudios documentados.
Un ejemplo actual, especialmente agudo de la problemática que estamos exponiendo en proyectos de infraestructuras son los sobrecostes de los proyectos de FFCC de Alta Velocidad donde los mismos suponen un 186% extra con solo el 30% realizado.
La metodología BIM aplicada a los proyectos de infraestructuras da una respuesta a esta desafortunada metodología tradicional, la cual adolece de innovación, tecnología, flexibilidad y que, en estos casos, es casi siempre lo más importante: precisión en plazos y presupuesto.
BIM es una metodología de trabajo que llegó para quedarse, no solo por los beneficios que estamos indicando, sino por mandato mundial. Cada país tiene una hoja de ruta en la que van a implantar BIM. En España a nivel de Obra Pública superior a 2 millones de euros en edificación es obligatorio desde diciembre de 2018 y en Obra de Infraestructuras entra en vigor en julio de 2019. Esta imposición viene desde La Directiva 2014/24/UE del Parlamento Europeo, en la que cada país del estado miembro ha tenido que presentar su hoja de ruta sobre la implantación BIM.
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Además de la UE, todo el continente americano desde Latam hasta Norte América tiene la misma hoja de ruta. Canadá y EEUU ya aplican BIM desde hace años, también otros países como Australia donde ya es obligatorio esta metodología.
Sin embargo, es importante entender qué significa trabajar con esta metodología, qué implicaciones socioeconómicas tiene en el sector, qué coste tiene implantar esta nueva metodología de trabajo, qué impacto estructural supone en nuevos proyectos, cómo se aplica esta nueva metodología en la forma de trabajar de las empresas, cuánto se tardará en recuperar la inversión, entre otros.
La metodología BIM implica un cambio en la cultura de trabajo, implica una digitalización de las empresas, aplicar una gestión del cambio dentro de la cultura de las organizaciones e implicar a todos los colaboradores.
Autor: Álvaro Palacio
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